sábado, 13 de abril de 2013

Encontronazo con la Muerte


Todos hemos visto en las películas o hemos imaginado en algún momento como sería la muerte de un familiar ya con unos años, una persona anciana que pese a ser el de siempre sabemos que más temprano que tarde puede morir como cualquier mortal.

Si extrapolamos esta situación a un lugar donde se prestan sanitarios estamos ante una situación similar, un anciano de 90 años, enfermo de Alzheimer y con un meningioma que está apagándolo poco a poco. Esa tarde de ''cháchara'' con mi abuelico fue muy entretenida pese a que parecía no enterarse mucho de lo que le comentábamos mientras le poníamos un suero con una ampolla de Morfina para paliar ese dolor insoportable que le causaba ese meningioma. Al volver tras 20 minutos de curas y tras haber pasado un rato agradable escuchando las bromas de la ''Abuelica'' de la 312-A, acudimos a nuestro abuelo de 90 años para volver a cambiarle la medicación que ya le había terminado y nos encontramos a una persona inerte, casi como un objeto, su cara está pálida y cuando le tocamos el pulso en la carótida nos cala hasta los huesos con ese frio tan helado que desprende, efectivamente nuestro abuelo ha muerto, una persona con la que mantuvimos una conversación hace cosa de 20 minutos.

- ''Gafes del oficio'' -Piensas.

Nos encontramos en el servicio de Urgencias en un hospital que fue ampliado hace relativamente poco, se podría considerar mediano tirando a grande. Nos encontramos en un turno de tarde. Tras haber tomado el café de las 14:50 nos ponemos ''manos a la obra'', miro mi letra y marca que ese día me tocan los ingresos.

-''Sábado por la tarde, con lo bien que estaría yo tumbado en la playa o jugando a Voleibol'' -Pienso.

A eso de las 6 de la tarde recibimos un aviso urgente del S.A.M.U., varón de 25 años que ha tenido un accidente de tráfico tras salirse de una carretera secundaria y empotrarse contra un árbol, no sabemos más detalles. En ese momento el equipo médico se medio prepara puesto que el SAMU posee un equipo completo de profesionales sanitarios (Médico, Enfermero y Conductor-Celador) que como es de costumbre se encargarán de dar los cuidados oportunos a nuestro accidentado (hace años esto no existía y la Cruz Roja te llevaba a urgencias los restos de lo que se hayan encontrado en la carretera). Tras esperar y esperar se demoran demasiado, tardan en llegar, pero ahí están, se ve la ambulancia del SAMU que de forma extraordinaria tiene las luces apagadas y ninguna sirena activada.



El equipo se prepara, se prepara el Box de reanimación y el SAMU para. Sale el conductor con un aspecto pálido y no media ni una triste palabra, seguidamente abre los portones de la ambulancia y bajan médico y enfermero más fríos todavía si cabe, tras la apertura de los portones aparece una camilla blanca, el paciente no se ve, está cubierto con una fina sábana de la Generalitat Valençiana de Salud. Hubo un silencio sepulcral, cogí la camilla y me la llevé atento ante los ojos de todo el personal y pacientes de urgencias, me sentía el centro de atención pero enseguida resguardé el cadáver en un Box. Tras esto, la Auxiliar de Enfermería me acompañó y destapábamos la sábana fria y blanca. Un chico de 25 años, sucio, con ropa de calle, tórax hundido, con epistaxis (sangrado nasal), pero eso no era todo pues algo me hacía intuir que sus pies totalmente girados indicaban una grave fractura de cadera. En ese momento mi mente me hizo sentir que me encontraba en una capítulo de ''Hospital Central'' y que ahora pestañearía y se acabaría el capítulo, pero esto no sucedió, el chico seguía sucio, con los pantalones rajados, lleno de sangre y frío muy muy frío.

Me acordé rápidamente de mi madre y seguidamente intenté imaginar la suya que según me habían comentado ''sus familiares venían de camino'', la única información que tenían era que su hijo había tenido un accidente de camino a casa de su novia. 

Poco tiempo pasó hasta que nos avisaron que los familiares estaban fuera, miré ''de estrangis'' y vi que no iba solo la madre, sino también el padre, los abuelos, los hermanos y su novia, tragué saliva y seguí con mi trabajo. Los médicos ''cuchicheaban'', las auxiliares preparaban tilas y agua, parecía que hacían ''piedra, papel o tijera'' para ver quien era el valiente de darles la noticia, tras pasarlos a una sala privada y tras acceder a esa sala la doctora, sobraron las palabras, el lenguaje no verbal hizo su trabajo, aquello se volvió la apoteósis, gritos histéricos, desmayos, puñetazos y patadas a las paredes de rabia, hacía como si nada pero lo escuché todo. Ahí no acabó la tragedia puesto que los padres y los hermanos decidieron entrar a ver a su difunto hijo y hermano respectivamente. Aquello me revolvió el estómago y me hizo recordar aquellos anuncios de Antena 3 que me fastidiaban cuando saltaban en el mejor momento de la serie y que hasta parecían irónicos cuando ponían un eslogan que decía algo como: ''Haz puenting si quieres emociones fuertes, pero no corras''. Parecía que la muerte estaba ahí, esta vez no era un abuelo de 90 años, era un chico lleno de ilusión y ambición, que en un segundo perdido el regalo más valioso de este mundo, la vida.